Hay momentos en los que todo el
coraje acumulado por años y años de sufrimientos, vejaciones, agravios y de miserias sin fin sale a
borbotones como la lava de un volcán en dinámica erupción. Ese coraje, del que
un día hablara el recordado Monsiváis, y del que nosotros los militantes de Rumbo Proletario refiriéramos como el encabronamiento social, sale
reiteradamente de las gargantas y los puños de miles y miles de mexicanas y
mexicanos contra el Régimen priista-panista-perredista y partidos paleros,
emerge a la superficie al larvarse en
las profundidades del subconciente popular. Lo ha hecho en oportunidades
distintas y por motivos aparentemente diferentes. Siempre, sin embargo, para
denotar el repudio a gobernantes, a políticos y a instituciones que (como las
priistas-panistas-perredistas y partidos paleros) se saben manchadas con la
sangre y el sudor de los que día a día dan su fuerza de trabajo para que las
riquezas las usurpen los que se eligen y se reeligen para mandar y explotar.
Las máscaras con el horrendo y
repulsivo Carlos Salinas de Gortari recorrieron la geografía nacional como un
estigma contra la casta que se perpetúa en el Gobierno a punta de estafas,
fraudes y mentiras, robando sin límite y con descaro. Las redes sociales se
llenaron de bulla por el señor de la mentira
histórica, que declaró que estaba cansado; llenas están de descripciones
irónicas, de puyas y sarcasmos con los que el pueblo planta su desprecio a esos
ricachones, a esos políticos que se roban el Erario y siembran los caminos del
despojo nacional.
Hoy, ante la nueva tragedia
“natural” (los reiterados sismos en los que, socialmente, se han perdido vidas, y miles de mexicanas y mexicanos
han visto evaporarse su limitado patrimonio familiar), ante el nuevo
recordatorio que nos hace la naturaleza de lo putrefacto y podrido que está
todo el andamiaje habitacional, todas las vías de comunicación, toda la
política “social” de los gobiernos por la política que sólo busca el
enriquecimiento creciente de los amigos y preferidos del jefe del Estado,
nuevamente ha salido a flote el repudio también creciente a este sistema, a
estas políticas públicas, a estos personeros del capital transnacional.
Peña Nieto, el espurio Presidente
de la República, el que llegó a la Silla por los mismos procedimientos
fraudulentos de sus hermanos priistas-panistas-perredistas, no puede andar sin
un verdadero pelotón de guaruras, de
golpeadores, de policías y soldados que le resguardan de la ira popular. Sus
intentos de instrumentalizar la tragedia popular para proyectar su enfermiza
figura, pese a la protección que le ofrecen los medios, han redundado en una profundización de su enorme descrédito
que es el descrédito de su partido, de su grupo de Golden boys, de la casta de multibillonarios a los que sirve, de su
gobierno, de su régimen político. En estos días de tragedia popular, del
reavivamiento de los negocios con esa tragedia, del triste papel que esa casta
está haciéndole jugar a las fuerzas armadas (esta vez de manera sobresaliente a
la Marina), de la reiterada inmundicia de medios como televisa, nuestro pueblo orgullosamente enfrenta el sismo y ahí
donde las fuerzas armadas no se lo pueden impedir, toma en sus manos la
humanitaria obra de buscar vidas entre los escombros, de ayudar a los miles de
afectados, de poner el hombro donde sea necesario. Pero, en estos tiempos, ese
pueblo lanza objetos a la cara del tembeleque Presidente y le grita, le
reprocha sus comportamientos corruptos y lo corre como se corre a un maleante,
a un malhechor al que se quiere cuando menos distante pero de preferencia
sentado en una silla que no es la presidencial sino la silla de los acusados de
delitos de lesa humanidad.
La pedrada a Osorio Chong forma parte de esta expresión de repudio
popular. Un funcionario caracterizado por encubrir y participar en los delitos
de lesa humanidad, un hombre de Estado tan corrupto como todo el llamado
Gabinete, recibe una pedrada, como
símbolo claro de que el pueblo le conoce los entresijos, le sabe sus
bellaquerías y le quiere también bajo acusación de violador de los derechos
humanos.
Los gritos y la pedrada hablan
de eso. Revelan también, sin embargo, que el pueblo mexicano todavía no cuenta
con medios mejores para hacer efectiva su determinación de erradicar a esa
casta de gobernantes espurios y entreguistas. Los gritos y las piedras
simbolizan un sentimiento de rechazo a este Régimen. Simbolizan también que el
pueblo carece todavía de la organización suficiente, de la fuerza necesaria
para que el encabronamiento se
traduzca en lo que en el fondo busca el pueblo en su instinto revolucionario.
Esto es: el derrocamiento de esta clase, de esta casta, de estos partidos, de
esta maquinaria y estas relaciones de opresión y de explotación.
Los gritos y las pedradas,
sin embargo, constituyen hoy la potencia que se guarda en el pueblo que hoy
sufre una desgracia más, pero se yergue orgulloso de su activa solidaridad, de
su férrea decisión de tomar en sus manos, sin el gobierno y contra el gobierno
(¡¡no entreguen nada a las instituciones gubernamentales!!) la defensa de su
patrimonio y el legítimo tributo a sus muertos.
¡¡Los gritos y las pedradas más
pronto de lo que muchos suponen habrán de ser lanzados por millones de
mexicanas y mexicanos en su grandioso levantamiento popular civil pacífico que
hará saltar por los aires a este podrido Régimen de usurpación, de entreguismo
y de corrupción!! ¡Preparémonos para eso, avancemos hacia una unidad de todo el
pueblo en un gigantesco basta, en
grandes acciones callejeras, en grandes tomas de todos los puntos neurálgicos
de este sistema! ¡De este sismo, en el que lloramos a nuestros muertos y lamentamos
nuestras pérdidas materiales debe salir un repudio activo generalizado a estos
priistas-panistas-perredistas opresores, explotadores, ladrones, corruptos, que
sólo merecen el basurero de la historia!
¡Abajo Peña Nieto y todo su mal
gobierno! ¡No al reinado de los multimillonarios entreguistas al capital transnacional!
23 de septiembre de 2017
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