sábado, 23 de septiembre de 2017

LOS GRITOS CONTRA PEÑITA, LA PEDRADA A OSORIO CHONG


Hay momentos en los que todo el coraje acumulado por años y años de sufrimientos, vejaciones,  agravios y de miserias sin fin sale a borbotones como la lava de un volcán en dinámica erupción. Ese coraje, del que un día hablara el recordado Monsiváis, y del que nosotros los militantes de Rumbo Proletario refiriéramos como el encabronamiento social, sale reiteradamente de las gargantas y los puños de miles y miles de mexicanas y mexicanos contra el Régimen priista-panista-perredista y partidos paleros, emerge  a la superficie al larvarse en las profundidades del subconciente popular. Lo ha hecho en oportunidades distintas y por motivos aparentemente diferentes. Siempre, sin embargo, para denotar el repudio a gobernantes, a políticos y a instituciones que (como las priistas-panistas-perredistas y partidos paleros) se saben manchadas con la sangre y el sudor de los que día a día dan su fuerza de trabajo para que las riquezas las usurpen los que se eligen y se reeligen para mandar y explotar.
Las máscaras con el horrendo y repulsivo Carlos Salinas de Gortari recorrieron la geografía nacional como un estigma contra la casta que se perpetúa en el Gobierno a punta de estafas, fraudes y mentiras, robando sin límite y con descaro. Las redes sociales se llenaron de bulla por el señor de la mentira histórica, que declaró que estaba cansado; llenas están de descripciones irónicas, de puyas y sarcasmos con los que el pueblo planta su desprecio a esos ricachones, a esos políticos que se roban el Erario y siembran los caminos del despojo nacional.
Hoy, ante la nueva tragedia “natural” (los reiterados sismos en los que, socialmente, se han perdido vidas, y miles de mexicanas y mexicanos han visto evaporarse su limitado patrimonio familiar), ante el nuevo recordatorio que nos hace la naturaleza de lo putrefacto y podrido que está todo el andamiaje habitacional, todas las vías de comunicación, toda la política “social” de los gobiernos por la política que sólo busca el enriquecimiento creciente de los amigos y preferidos del jefe del Estado, nuevamente ha salido a flote el repudio también creciente a este sistema, a estas políticas públicas, a estos personeros del capital transnacional.
Peña Nieto, el espurio Presidente de la República, el que llegó a la Silla por los mismos procedimientos fraudulentos de sus hermanos priistas-panistas-perredistas, no puede andar sin un verdadero pelotón de guaruras, de golpeadores, de policías y soldados que le resguardan de la ira popular. Sus intentos de instrumentalizar la tragedia popular para proyectar su enfermiza figura, pese a la protección que le ofrecen los medios, han redundado en una profundización de su enorme descrédito que es el descrédito de su partido, de su grupo de Golden boys, de la casta de multibillonarios a los que sirve, de su gobierno, de su régimen político. En estos días de tragedia popular, del reavivamiento de los negocios con esa tragedia, del triste papel que esa casta está haciéndole jugar a las fuerzas armadas (esta vez de manera sobresaliente a la Marina), de la reiterada inmundicia de medios como televisa, nuestro pueblo orgullosamente enfrenta el sismo y ahí donde las fuerzas armadas no se lo pueden impedir, toma en sus manos la humanitaria obra de buscar vidas entre los escombros, de ayudar a los miles de afectados, de poner el hombro donde sea necesario. Pero, en estos tiempos, ese pueblo lanza objetos a la cara del tembeleque Presidente y le grita, le reprocha sus comportamientos corruptos y lo corre como se corre a un maleante, a un malhechor al que se quiere cuando menos distante pero de preferencia sentado en una silla que no es la presidencial sino la silla de los acusados de delitos de lesa humanidad.
La pedrada a Osorio Chong forma parte de esta expresión de repudio popular. Un funcionario caracterizado por encubrir y participar en los delitos de lesa humanidad, un hombre de Estado tan corrupto como todo el llamado Gabinete, recibe una pedrada, como símbolo claro de que el pueblo le conoce los entresijos, le sabe sus bellaquerías y le quiere también bajo acusación de violador de los derechos humanos.
Los gritos y la pedrada hablan de eso. Revelan también, sin embargo, que el pueblo mexicano todavía no cuenta con medios mejores para hacer efectiva su determinación de erradicar a esa casta de gobernantes espurios y entreguistas. Los gritos y las piedras simbolizan un sentimiento de rechazo a este Régimen. Simbolizan también que el pueblo carece todavía de la organización suficiente, de la fuerza necesaria para que el encabronamiento se traduzca en lo que en el fondo busca el pueblo en su instinto revolucionario. Esto es: el derrocamiento de esta clase, de esta casta, de estos partidos, de esta maquinaria y estas relaciones de opresión y de explotación.
Los gritos y las pedradas, sin embargo, constituyen hoy la potencia que se guarda en el pueblo que hoy sufre una desgracia más, pero se yergue orgulloso de su activa solidaridad, de su férrea decisión de tomar en sus manos, sin el gobierno y contra el gobierno (¡¡no entreguen nada a las instituciones gubernamentales!!) la defensa de su patrimonio y el legítimo tributo a sus muertos.
¡¡Los gritos y las pedradas más pronto de lo que muchos suponen habrán de ser lanzados por millones de mexicanas y mexicanos en su grandioso levantamiento popular civil pacífico que hará saltar por los aires a este podrido Régimen de usurpación, de entreguismo y de corrupción!! ¡Preparémonos para eso, avancemos hacia una unidad de todo el pueblo en un gigantesco basta, en grandes acciones callejeras, en grandes tomas de todos los puntos neurálgicos de este sistema! ¡De este sismo, en el que lloramos a nuestros muertos y lamentamos nuestras pérdidas materiales debe salir un repudio activo generalizado a estos priistas-panistas-perredistas opresores, explotadores, ladrones, corruptos, que sólo merecen el basurero de la historia!
¡Abajo Peña Nieto y todo su mal gobierno! ¡No al reinado de los multimillonarios entreguistas al capital transnacional!

                                                                                                                    23 de septiembre de 2017

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