EN RUTA HACIA LA DEPOSICION DEL MAL GOBIERNO
Muchas son las muestras de
agotamiento del actual régimen socio-político y variadas las razones por las
que debe ser remplazado ya. Se trata, en el fondo, de la inviabilidad de los
fundamentos de las relaciones económico-políticas que siguen imponiéndose en
nuestro país, es decir, del Poder del capital, de la conducción burguesa de la
sociedad mexicana.
Una vez más se abre ante el pueblo
mexicano la necesidad y la posibilidad de impulsar la construcción de una nueva
y diferente conducción de México que tenga como rasgo básico que sea el mismo
pueblo el que dirija su vida y sus destinos, pues de nuevo queda claro que
ningún problema fundamental de la población será resuelto de manera verdadera y
definitiva si no es mediante la subversión del actual sistema y su régimen.
Esta solución popular no es fácil
ni sencilla. Aquella necesidad no tiene una realización automática. Deben
crearse condiciones que la hagan viable y que de posibilidad se convierta en
salida real. Esta viabilidad sólo puede ser forjada por el mismo pueblo hoy en
rebeldía manifiesta. Sólo los padres de los compañeros desaparecidos y de los
asesinados, sólo los miles de jóvenes hoy en pie de combate, sólo los
trabajadores y el pueblo que, solidarizándose con Ayotzinapa, vuelca su deseo de reivindicar sus propios problemas y
sus propios hartazgos, pueden hacer que aquella necesidad de un México sin
dirección priista, sin conducción burguesa, se materialice. Si éstos aflojan su
accionar combativo, si se doblegan ante los mendrugos que les tirará el
gobierno con el dinero que, como salvavidas, le otorgó el Banco Mundial, si
disminuyen en su determinación de ampliar esta resistencia a todo el territorio
nacional y a los más diversos sectores de la población, aquella necesidad otra
vez se ocultará a la espera de otros combatientes que vengan con mayores
arrojos y decisiones a cumplir los mandatos reiterados de la historia.
Hasta ahora, y la movilización
del 20 de noviembre dio muestras de ello, la actual resistencia, la firmeza de
los padres, la combatividad de los participantes y su expresa decisión de pasar
a una lucha más organizada y con una planificación eficaz, prometen que no se
dejará pasar esta oportunidad histórica de enfrentar los problemas básicos y
resolverlos para bien de la patria.
La respuesta que sigue
configurándose en la filas de los destacamentos del pueblo mexicano que han
asumido una resistencia combativa va forjando embriones de conciencia de todo
lo anterior. Esto se materializa en que a la consigna-demanda “¡Vivos se los
llevaron, vivos los queremos!” se está uniendo la de ¡Abajo Peña Nieto y todo su gabinete! Se confirma también en que se
lanzan llamados a concentrar y
centralizar la resistencia, ahora en torno al primero de diciembre, y en que la
inventiva juvenil (alegre, indócil e indómita) se posesiona cada vez más de la
conducción de este proceso.
Hay posibilidades para que se
vayan forjando las condiciones para que esta todavía débil y desarticulada
resistencia se convierta en un poderoso movimiento popular (lo que estaban a
punto de lograr los muchachos rebeldes del 68)
que se despliegue en un levantamiento
popular civil pacífico, único recurso para que se alcancen las soluciones
que el pueblo necesita.
La ruta que de manera objetiva
parece estar contenida en la movilización del 20 de noviembre, lógicamente lleva a intensificar la
movilización popular, llamando a todos los sectores oprimidos y explotados a
incorporarse con toda determinación para derrocar a la élite gobernante con sus
aparatos de control, de represión y de enajenación. El llamado hacia el 1 de
diciembre parece contener el llamado a ir avanzando hacia la paralización del
país, a la toma de todas las capitales de las entidades, especialmente la
Ciudad de México, a cerrar simbólica o realmente los centros financieros, las
grandes tiendas comerciales, a bajar el switch en cada hogar mexicano, a parar
el transporte público; a no permitir que sesione el Congreso, hasta no lograr
la deposición del mal gobierno. Esto deja patente ya que el Informe
presidencial es una farsa, como aquella con la que Porfirio Díaz le mentía al
país al decirle que no se reelegiría.
Pero para que esta ruta alcance firmeza
y no esté fincada en voluntarismo sino en una auténtica y firme voluntad de
llevarla a cabo, se necesitan varias condiciones.
La primera, la organización, sobre todo de la juventud
que está en resistencia combativa. La ruta debe incluir un evento especial, un
congreso o algo parecido, para conformar un espacio de aglutinación de esta
juventud, de centralización, de articulación y sincronía, de debate permanente,
profundo y de inmediato ejercicio práctico, de conformación de medios juveniles
para comunicarse con todo el pueblo (que incluya brigadas por todo el país, la
conformación de comités en todo el territorio nacional). Esta organización
juvenil, cuyos contornos y especificidades estructurales debe resolver la misma
juventud en resistencia combativa, debe ser el principal receptáculo que
acumule la energía y la fuerza combativa de los más amplios sectores populares.
La segunda condición, una propuesta de formato para un congreso
constituyente que conozca, discuta y resuelva un mapa de relaciones y de
estructuras del México que remplazará al México secuestrado por la casta de
multibillonarios. Para la elaboración de esta propuesta de formato, desde
el seno de la juventud que está en resistencia combativa por Ayotzinapa, debe
convocarse a una especie de conversatorio
de mujeres y hombres progresistas y destacados del trabajo, de la cultura,
del arte, de la ciencia, del cine, de la música, de los excluidos por
preferencia sexual, de los sacerdotes que reivindican a la cristología de la
liberación, de activistas revolucionarios, en fin, de la conciencia crítica del
país. A este conversatorio debe invitarse
a activistas revolucionarios o rebeldes del mundo, a pensadores progresistas.
La juventud mexicana que está en resistencia combativa por Ayotzinapa cuenta
con condiciones, con autoridad moral y con los medios (electrónicos sobre todo)
para abrir la senda que haga realidad este encuentro de afianzamiento
programático de la actual resistencia.
Tercera, junto con el activismo
político y al lado de la movilización y la comunicación agitadora y de
orientación, debe abrirse un sostenido proceso de debate de los más altos
vuelos sobre las perspectivas y proyecciones de esta nueva oleada de
resistencia combativa. Los padres de los normalistas desaparecidos y de los
asesinados deben ser actores principales en esta reflexión, y deben fortalecer
la comprensión del contenido y el sentido histórico de lo que se ha abierto por
la tragedia de la desaparición forzada de sus hijos. ¿Van a detener su rabia y
su participación ante los mendrugos que ya les lanza y les lanzará el Gobierno
con el dinero que llegó de Estados Unidos? Cuando regresen vivos los 43
compañeros ¿les van a sacar de la Normal, les van a decir que abandonen la lucha?
Ellos mismos ¿se van a cansar como los vejetes que mal gobiernan? Las doce monedas del diablo que de formas
diversas (vía la chayo Robles o
meretrices de esta calaña) les entregará Peña Nieto ¿les traerán satisfacción a
sus dolores, humillaciones y ofensas propinadas por esos mismos que tratan de
comprar sus conciencias?
Cuarto, es necesario dar forma
más precisa y eficaz a la solidaridad internacional, sobre todo con la
presencia en México de grandes personalidades del mundo progresista, de
organizaciones de impulso a los derechos humanos, para lo cual debe convocarse,
con fecha precisa, a un evento de estancia solidaria extranjera en la capital
de la República. Un comité de destacadas personalidades y dirigentes del mundo
universitario, de la cultura, y de organizaciones civiles mexicanas, podría
ponerse al frente de la organización de este magno evento.
¡¡Porque vivos se
los llevaron, vivos los queremos!! ¡¡Abajo Peña Nieto y todo su mal gobierno!!
Núcleo Central de Dirección
21-22 de noviembre de
2014
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